3 nov 2010

Gaitán. Vida, muerte y permanente presencia - Reseña.


Gaitán.Vida, muerte y permanente presencia.

José Antonio Osorio Lizarazo.
Ancora Editores.
Bogotá, abril de 2008.
440 páginas.


“Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!”


Fragmento de la Oración por la Paz de Jorge Eliecer Gaitán el 7 de febrero de 1947.


En este libro biográfico sobre Jorge Eliecer Gaitán, Osorio Lizarazo hace un esfuerzo por reconstruir la vida del caudillo liberal, dando inicio al texto con el contexto histórico donde nace, nombrando a su familia, su ímpetu por el estudio, el amor por lo que llamó pueblo, el desarrollo minucioso de su carrera política con aciertos y derrotas, además de los actores fundamentales de este círculo entre 1910 a 1948, para finalmente escribir sobre su muerte y una pequeña explicación de quien pudo tener motivos para asesinarlo.

En relación, con lo anterior, después de ver la estructura de la biografía, trataré unos puntos importantes que vale la pena resaltar por su importancia en el desarrollo de la vida de Gaitán, alrededor de la política.

Para ahondar en el tema. hay un aspecto fundamental para entender a Gaitán y es su particular pobreza, la cual el autor adorna con muchos adjetivos que se repiten en todo el texto, dicha situación obligó a Gaitán a sacrificarse bastante por cada logro alcanzado, desde su ingreso y sostenimiento en el bachillerato y estudios profesionales, hasta la compra de su casa , así como el sostenimiento de su oficina de abogado; esta rigurosa vida, al parecer, formo el carácter que lo convertiría en el líder temerario que -como dice el autor- muchos amaron y muchos odiaron. Lo nombrado pues, Osorio Lizarazo sostiene que el origen popular y todo lo que ello significa (Hambre, frio, enfermedad y constantes privaciones) impulsaron a Gaitán a dar su vida al servicio de los menos favorecidos, consigna que da paso al eje central del libro: “el desarrollo de su vida política”.

El autor, en lo político logra definir de forma muy acertada a Gaitán, desde su formación con los viejos líderes de la Guerra de los Mil Días, hasta sus acciones como líder del liberalismo, de esta manera lo primero en orden de importancia del texto, es como logra desarrollar discursos y apuntes políticos de Gaitán que hoy en día son comprensibles, trascendentales y actuales como: “El país político y el país nacional”, “la reconstrucción moral de la republica” y un “modelo de democracia superior al procedimiento meramente electoral”.

Con dicho orden, Osorio dedica un capítulo para contar lo que Gaitán desarrolló de “El país político y el país nacional”, mencionando que primeramente esclareció un concepto importante en la retorica de Gaitán: la Oligarquía, la misma que se componía de familias con abolengos españoles que conservan la herencia de antiguos encomenderos y latifundistas de la colonia, sumando los descendientes de antiguos terratenientes o comerciantes enriquecidos por la guerra o en actividades de paz y en general nuevos ricos de las ultimas revoluciones, en mezcla con profesionales intelectuales enriquecidos por la dirección política; todos los nombrados se unen por encima de los partidos políticos, agrupados en sociedades comerciales, industriales o especuladoras que al final conforman El país político; por otra parte los hombres y mujeres de trabajo que soportan todas las cargas se reúnen en El país nacional. Esta definición del país político y país nacional, en el libro no se desarrolla más de lo que se mencionó anteriormente. Se utiliza de forma introductoria para relatar el momento político, donde la consigna de Gaitán pretendía sobrepasar los límites demográficos del partido liberal y concentrar el grueso de la masa de los trabajadores, campesinos y desposeídos en un solo grupo conformado por una única “clase” que tuviera como natural opositor a las clases dirigentes de los partidos políticos liberal y conservador(donde se encontraban sus principales contendores políticos, que siempre lo despreciaron por sus ideas igualitarias y sus orígenes humildes) los cuales consideraba oligarcas.

Con el contexto planteado, es claro que el discurso de El país político y el país nacional, continúa siendo un concepto y una idea presente en la política nacional, pues la clase dirigente de ambos partidos políticos sigue siendo la misma en cuanto a métodos de acción y financiamiento, incluso tienen los mismos apellidos, y el país nacional siempre se regocija con la eventual posibilidad de la solución de sus más tristes penurias.

Otro postulado importante que resalta Osorio sobre el discurso y la vida política de Gaitán, es la reconstrucción moral de la Republica, que al igual que el país político y el país nacional, son herramientas discursivas de Gaitán, que se retoman en el texto para momentos políticos de excepcionales características como el gobierno de Alfonso López Pumarejo, que por la descripción de del autor, fue de carácter demagogo, Individualista y con muchos visos de ilegalidad con fines de enriquecimiento; por esta descripción del segundo gobierno de Pumarejo, se nombro tan rimbombante frase “Por la reconstrucción moral de la Republica”, donde se quiere exclamar que un presidente y sus seguidores no podían engañar con dadivas a miles de personas, pues se trataba de garantizar derechos y no prebendas, que no podía cometer delitos y menos aun enriquecerse el, sus amigos y sus familias gracias a recursos públicos, de nuevo con esta frase Gaitán exige la unión de los pobres contra la “Perversa” clase dirigente.

Hasta este punto, el país político y el país nacional, así como la reconstrucción moral de la Republica, son frases e instrumentos discursivos que Gaitán utilizó para denunciar los excesos de la clase dirigente, sin embargo, estas frases finalmente no alcanzan a ser conceptos ni ideas firmemente desarrolladas, en primer lugar por la corta vida de Gaitán, y en segundo porque el mismo nunca profundizó en sus debates y mucho menos en prototipos de ideas y conceptos, pues siempre utilizó estas formas para exaltar las emociones de las clases menos favorecidas de las cuales se creía el digno y natural jefe.

Ahora bien, vale la pena resaltar, el desarrollo que Osorio Lizarazo da al propio proyecto de liberalismo que busca sacar a la democracia del exclusivo campo electoral (para ese entonces aun mas irrespetado que el actual) y situarla en el campo de la economía (donde se posibilite la condición necesaria para la riqueza y el bienestar), la justicia (en la que se proponía una nueva legislación penal contra la delincuencia técnica que aprovecha los medios económicos, sociales y políticos para su beneficio sin trabajo), la dignidad (que buscaba la compensación del esfuerzo del trabajador sin subirle el nivel cultural y de costo), la igualdad legal entre el Hombre y la Mujer, la abolición del concepto de beneficencia en los servicios sociales, el fortalecimiento del sindicalismo y la creación del salario familiar, siendo este el logro de Jorge Eliecer Gaitán según registra el autor.

A modo de conclusión, el libro de Gaitán. Vida, muerte y permanente presencia, es una biografía realizada por un claro y reconocido seguidor de Gaitán, que si bien emite conceptos valorativos sobre políticos, momentos y circunstancias, logra darnos una visión de primera mano de cómo fueron esos años tan míticos del contexto colombiano, mostrando cómo la política si bien ya no es netamente bipartidista, aun conserva la mayoría de características de la época: corrupta, violenta, sectaria, con principios móviles como las olas y con actuaciones sobre una inmensa población que al parecer está condenada a la pobreza y el atraso. Finalmente, nos muestra como el discurso de un hombre no tiene que ser profundo ni estar avalado por académicos europeos o Norte Americanos para conmover a las masas y transformar de forma definitiva a un país y dejarlo en la inmensa incertidumbre de una guerra sin fin.


Andrés Camilo Rojas.
Universidad Autónoma de Colombia.
Bogotá, septiembre de 2010.

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